Un sentimiento por cada cuenta, una lágrima por cada oración, una esperanza puesta en un regalo precioso que alguien dejó olvidado en mi corazón que es sabio en sentimientos de inferioridad y cree en la belleza como única ley que rige este tonto mundo.
Escribo con mi fe en la mano que se aferra a los sueños imposibles, a las metas inalcanzables, a las realidades dañinas y tras este antifaz que esconde mi rostro del mundo me siento vacía, indiferente y feliz.
Con mi faz oculta al cruel público adelanto un paso, tan inseguro como mis palabras, y freno mis sordas pisadas al ver las vacías butacas, tan sólo hay soledad y no puedo evitar que una lágrima ruede por mi pálida mejilla, sin embargo, sonrío pues ha muerto la vergüenza de mi ser y puedo saltar, bailar, gritar...
Sonrío y lloro como el espectro que siempre fui y pisoteo mis malos sentimientos que desean volar y hacerme caer de mi escenario mas alguien me sujeta fuerte y seguro, todo lo que yo nunca fui, por mi fría mano. Pareces protegerme de esta frialdad, de mi locura, de los pícaros segundos que se me escapan de los dedos... y caigo al suelo presa de mis miedos. Aprovecho cada calada de aire puro que hincha mi pecho y me duele expulsar.Tirada en el suelo no puedo más que pensar en mis sueños, tan lejanos como vivos y al alargar mi mano enredada en el rosario que alguien dejó en mi camino puedo tocar mis deseos, moldearlos, traerlos a mí y hacerlos míos. Descubro mi rostro desnudo y mi antifaz hecho jirones a mi alrededor.
Es entonces cuando brota mi pequeña sonrisa de Amelie.