martes, 12 de enero de 2010

Retales del ayer

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Retales del ayer, de todo lo que un día tenía importancia y que ahora guardamos en un cajón  resguardado del olvido gracias al fuego de los recuerdos, esperando revivir de nuevo  y volver a ser el calor de algún otro que tiene frío.
Retales de recuerdos, de esperanzas nunca cumplidas. Retales de hojas caídas en un bosque que todavía late aunque parezca muerto. Retales de mi imagen perenne en ese bosque de hoja caduca. Retales de tantos días pasados sin amparo ni consuelo ante el devenir por no poder volver a ser vividos. Retales de los segundos que resbalan por mi cuerpo.  Retales  de un viejo tiovivo  esculpido de nubes. Caballos inertes que vuelan con la música; Música que mueve lo paralizado. Mariposas vivas.
Todo parece contrario a la cordura, todo parece lejano en el presente, todo parece retales de lo que queda en mi mente y, sin embargo, están lejos de ser descubiertos a personas que, tal vez,  dejen sus pensamientos  y disfruten con mi trocito de ser.

martes, 5 de enero de 2010

sapito..

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Suena cursi decir “eres mi mejor amigo y siempre lo serás” y a veces suena ridículo oyéndolo de labios de quienes no te lo esperabas, oyéndolo de gente que vendería a su propia madre por tener la seguridad de un bienestar propio. Las personas solemos ser falsas. A veces, solemos decir te quiero y al darnos la vuelta nos reímos del chiste tan gracioso que hemos contado…
Hay veces en las que nos hace gracia la ignorancia de muchas personas, si fuéramos tan sinceros como nos creemos, si tuviéramos el valor de decir te odio…Si tuviéramos el valor de decir te quiero y nos sintiéramos felices de verdad…
Aunque muchas veces ni siquiera nosotros nos aclaramos y no sabemos qué decir si un te quiero o un te odio. Aunque, hay personas, héroes para ti en un inicio de la historia que en lo que se supone que es el final feliz, se convierten en sapos. Pero para ti, sigue siento un héroe, sigue siendo esa persona a la que de verdad quieres con locura y necesitas el bienestar de ese sapo que, sin saber cómo, te ha sobrecogido tu corazón de una manera tan especial que implorarías a todos los dioses que lo veneraran hasta el último de sus días. Sapos a los cuales les tienes un miedo tan grande que son para ti como el príncipe que te pone la zancadilla y te salva a la vez. Sapos a los que les otorgarías toda tu vida. Sapos con los que tendrías la impresión de estar en un sueño y en una pesadilla a la vez. Sapos a los que por más que piensas que les vas a dar otra oportunidad y les vas a poner unos límites nunca le hacen caso y terminas tú con el corazón dividido entre las personas que hablan de él como un sapo, que quieren que te conviertas en el tipo de gente normal: falsa y egoísta, y tú misma que tratas de proteger a tu sapo y tener unos valores a seguir…
¿El tiempo lo cura todo?
Para mí no, el tiempo es el encargado de marcar los segundos, los minutos, las horas, los meses y los años que hace desde tu último encuentro con el príncipe, pero lo sigues queriendo más que a tu propia y efímera existencia.

domingo, 3 de enero de 2010

Deseos de año nuevo...

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Todavía con los restos de una fiesta más o menos inocente en la cara, avanzo a mi casa que me parece aún más lejana si puede que el año pasado. En el camino, el aire frío me regala mis primeras reflexiones de este año.
Tan sólo han pasado unas horas y no nos acordamos de lo felices que fuimos. Tan sólo ha cambiado una cifra, y ya nos creemos seres imperfectos a los que el mundo les ha brindado una segunda oportunidad para cambiar. “Me apuntaré al gimnasio”, “Encontraré pareja”, “Voy a ser mejor persona…” Tantos deseos enviados en forma de plegarias a un Dios del que ni siquiera tienen tiempo de creer. No, no cambiamos. Seguimos siendo los mismos inconscientes  que hace unas horas, aunque creamos que ha pasado una eternidad.
Imbéciles, el mundo no ha cambiado nada y esta fiesta, aparte de buenas e incumplibles intenciones, lo único que traen son fregaderos repletos de torres de platos sucios  que fregar mientras piensas en lo diferente que parece ahora el mundo. Sin embargo, este sentimiento es lejano a la realidad. No os creáis que todo tiene un color distinto. No os creáis que de verdad tenéis fe en todo aquello por lo que os desvivís y no cumplís.
Ahora ya sé cuál es mi deseo: Que hoy, año nuevo, sea igual de feliz que ayer, que el año pasado. Que añoremos esas oportunidades que tuvimos para cambiar y no quisimos porque no teníamos una excusa como la entrada de otro año. Que creamos en el ayer tanto como esperanzas tenemos puestas en este. Que seamos las personas que solíamos ser. Que más que en las oportunidades de cambiar, creamos en las pequeñas cosas que nos regala el día a día sin necesidad de cambiar de calendario.
Sólo hay dos días en los que paro de pensar: ayer y mañana.