martes, 22 de febrero de 2011

Raíces a la mar



De una vez frente al contrariado sol quise anhelante que la marea verde se me llevara, que ya los pájaros silbantes dejaran de resucitar mi nombre, que las manos culpables no acariciaran más la humedad de aquel aire puro.

La espuma salpicaba a todo aquel que jugaba en la arena. Arena que sostenía el mundo inseguro del que asfalté mi vida, arena que quedaba mojada y pegajosa bajo las plantas de mis pies de los que brotaban raíces, raíces a la mar. Mar que corría entre mis tobillos coloreando de oscuro mis gastados vaqueros grises y rociándome sal como quien besa la herida de una niña  que se cayó de su bicicleta roja por haber soñado despierta. 


 Y, sin embargo, no me permitieron mis angostas piernas ser una sirena más varada en la playa, obligándome a marchar de mi hogar. Hogar del que, como una ladrona preparada para su condena, robé un puñado de oro, un puñado de arena. Arena cuidada como quien enjaula entre sus dedos la más preciosa mariposa...





jueves, 3 de febrero de 2011

La alquimia del corazón


 De alguna forma la alquimia nos obligó a soñar con la magia oculta de las entrañas de esta tierra desgastada. Ardid que en secreto transformó la materia oscura del corazón en valioso oro, convirtió en rosas todas las espinas, como luz de vigía encendió luciérnagas adamantinas en un oscuro tapiz azul añil. En sus manos descansa toda la arena del desierto que cae en cascadas de agua dulce entre sus pequeños dedos.

Confiemos en la alquimia, confiemos en construir nuestras vidas a través de las vidrieras de fuertes colores con las que decoró todos los mosaicos que nos dieron vida. Confiemos en lo oscuro, lo difícil y engañoso. Tal vez esta ciencia responda los enigmas de toda una vida de sublime belleza; Quizás sólo haya que aceptar comprometerse a vivir siguiendo los instintos de la alquimia.


La alquimia es un niño que juega a la incertidumbre.