sábado, 25 de septiembre de 2010

-Guijarros-


Hacían rebotar los pequeños guijarros sobre la superficie del agua. Él le enseñaba, ella era sólo una simple alumna seguidora de sus consejos aunque las únicas palabras que salían de su boca eran "es sólo trucar la muñeca". Una y mil veces oyó esa frase disparada a quemarropa sin aliento, relativizando el dolor. Fácil como sólo el roce del sonido en sus labios, apenas un susurro invisible que la hacía temblar.
Y cansada de inventar movimientos con la muñeca, se sentaba junto a su figura apeada en algún mundo lejano y sacaba los rotuladores que la experiencia hizo acostumbrarla a llevar siempre encima. Intentaba reconstruir ese instante dibujándolo en el guijarro, acrecentando la colección de él, de sus movimientos. No hay otra razón que explique el peso de los bolsillos al regresar a casa, por eso aún ahora tiene los cajones llenos de aquellas piedrecitas.
Puede que en el fondo anhelase esos pequeños instantes, ese matiz que embellecía los crepúsculos, los amaneceres, los anocheceres y han quedado tan al fondo como el guijarro hundido en el río.

1 comentario:

lapolga dijo...

ahora que la leo aquí me gusta mucho más! es tan bonita!! que no sé que decir... :)