Donde en el frío hiela,
con sólo respirar se inhala vida,
con sólo ver, encuentras entre el cielo y tierra
la opacidad en el corazón adamantino.
Cristales de azufre metalizado tras la puerta blindada
ésta apenas encadenada,
sin llaves que aíslen
la carita de pena bajo la hojarasca inerte.
Cazasueños intrépido desvela pesadillas,
atrae sueños de cartón,
mojados con las saladas lágrimas
de un perezoso bostezo.
Lejos se enciende una lámpara,
efímera luz oxidada con el tiempo,
que arranca de los sueños a la pequeña alma,
extraviada entre los brazos de Morfeo.
efímera luz oxidada con el tiempo,
que arranca de los sueños a la pequeña alma,
extraviada entre los brazos de Morfeo.
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