domingo, 17 de octubre de 2010

-Casa de luz-


Agua del mar, del océano puro bajo la infinita línea azul. Faro que gira desgastado por el tiempo, por las olas que con su espuma desgarran del muro la cal blanca. Cuando miras, faro, cuando me miras el silencio no calla, indeciso, inseguro en los labios. Nunca dejaste de ser mis ojos, no dejaste que me hundiera con alguna roca mal saliente. Y entre días, con tu gran intermitente, meciste los segundos que trazan la frontera. Frontera entre cordura y locura.

Acaban los largos días de paseos, dolor de pies. Termina eso de esperar sentadita en la puerta del barrio la llegada del otoño que sin verlo, llegó y arrasó las cálidas calles de un agosto mezquino y sólo se convierte en el crujir de la hojarasca bajo los pies desgastados. El verano dejó unas manos llenas de esperanzas cristalinas, transparentes como las lágrimas saladas que carcomen el blanco del faro. Faro que en silencio, se me ahogaba.

Aún así, el otoño es la estación favorita de los que tenemos un gran mundo interno...

2 comentarios:

jcarloscrz dijo...

Preciosa

Abril dijo...

Disfrutemos el otoño. Muy buena entrada. Gracias.