domingo, 24 de octubre de 2010

-Introspección-




Cuando creías que la luz del entretiempo no podía ser más opaca; La gravedad de las hojas pesaba en los otoñeces; Los guijarros se acumulaban en el alma; Los cazasueños no enredaban más pesadillas porque no contábamos con espacio para más de ellas, y el columpio se oxidaba después del frío entrar en la estación por excelencia de bosques de hoja caduca; Cuando montábamos en la bicicleta roja y el aire puro golpeaba nuestras mejillas rajadas de frío, huíamos de la infancia hecha añicos años atrás. Cuando el confetti ya no mojaba la gran ciudad y, apenas sin tiempo para ser una transeúnte perdida entre las vetustas calles del casco antiguo, no encontrabas segundos para abrir ese estúpido cerrojo que, incansable, rondaba la cabecita.
Llegados a este punto, no hace falta más que esperar sentaditos en la puerta la llegada de quien nos encienda el faro, nuestro faro, mi faro.
Y, con el interruptor en ON, ya no necesitaremos contar los inseguros pasos que nos llevan hasta el tren de medianoche. ¿Recuerdas las ocasiones en las que acallábamos, entre los gruesos ladrillos, nuestros sueños de cristal? Ya no habrá más, SONREIREMOS y eso será lo único que importe.

A mis faros, gracias ;)

3 comentarios:

jcarloscrz dijo...

Siempre vas a escribir algo que me deje flipao?

Celimva dijo...

Esa es mi intención ;)

Pauu dijo...

Ahora entiendo tu sms de ayer por la mañana... Eres un farito capaz de alumbrar a cualquier hora de cualquier día! Además de luz llenas de confetti de colores mi vida.